A ti hijo,
Fuiste pensado,
soñado y anhelado. Hoy estás lejos de mí y sabes que me duele, porque quiero
tenerte aquí, abrazarte, besarte y decirte cuanto te amo a través del vientre
de tu madre. No es fácil tenerte tan lejos a pesar de ser un espacio
relativamente superable en el tiempo y en la distancia. Deseo poder darte todo
el amor del mundo porque fuiste proyectado para este momento de mi vida.
Tal vez recuerdas
que varias veces te soñé. Te vi en la figura de una niña, con el cabello claro,
los ojos negros y un hermoso rostro. Esos sueños parecían ser tan reales que
despertaba creyendo que ya eras parte de este espacio y que con el transcurrir
del tiempo te vería correr, reír y abrazar.
Hoy estás tan lejos
que me duele el alma y me tiene destrozado el corazón, pero quiero que sepas
que fuiste el producto de un amor dado y de un deseo enorme porque existieras
dentro de la voluntad de Dios. Quiero darte un amor que sale de lo más profundo
de mi ser. El Creador sabe que siempre estuviste en mi cabeza y que di de mí
para que mañana seas digno de admirar.
Bebé hermoso, le
pido a Dios con fe, la misma que hoy tengo refundida por el dolor y la angustia
de una oración hasta hoy no respondida, que me permita tenerte ya, ahora mismo,
porque no hallo el momento en que abrazarte y mimarte en el vientre de tu
madre, sean mi razón de ser.
Esa misma razón de
ser, que me permitió llegar hasta aquí sabiendo que serás alguien lleno de
valores y que sin importar cuanto te de en lo material, crecerás sabiendo que
ante todo tienes un padre que hará lo imposible para que seas feliz.
Estas lejos y
duele, pero quiero que sepas que no desmayaré hasta tener la posibilidad de
tenerte a mi lado. Y que con el paso del tiempo te pueda mirar a los ojos y
decirte que nadie, nadie, salvo el Creador del mundo te arrancará de mi vida,
porque hoy te valoro a pesar de la ausencia.
Te amo con amor de
padre, pero sobre todo con el más puro sentimiento de alguien que quiere que
seas quien fue soñado y quiero que sepas que jamás, en este tiempo de ausencia,
dejaste de ser importante para mí, te pienso todos los días, me arrodillo ante
Dios para pedirle que te proteja, que te guarde y que seas una bendición. Nunca
dejaste de ser para mí, de hecho mi entorno sabe que existes y se formó un
batallón para pedir por ti, por tu salud, por tu existencia, por mi amor y
respeto hacia ti. Estas pegado a mí porque te deseé, te anhelé y te soñé y
espero que una vez regreses, jamás te separen de mí porque te amo y deseo que
la vida me permita verte crecer.
Bebé, no sé cuánto
tiempo Dios me tenga en este mundo, pero espero que cada minuto a tu lado sea
disfrutado como si fuera el último y que seas mi compañero en este camino que
me resta por andar, con la certeza que seremos felices los dos, sabiéndonos
compinches y amigos, ayudándote a formar y a crecer, para que al final del
camino te sientas orgulloso de un padre que te amó desde el momento que supo
que existías en el vientre de tu madre.
En estos meses
nunca dejé de pedir por ti y aunque guardé silencio ante el mundo, gritaba en
mi soledad y en los espacios en lo que me vi obligado a esconder este
sentimiento pidiéndole a Dios que me diera la oportunidad de escribirte estas
líneas y sobre todo que pudieras conocerlas para que sepas que te amo con amor
profundo y que mi deseo es poder verte crecer desde el vientre de tu madre,
sentirte mover y acompañarte días y noches enteras hasta que llegue el momento
en que nazcas y seas un sueño cumplido de unos padres que te aman y respetan,
porque fuiste proyectado para ser parte de una familia que se formó para darte
lo mejor en valores y sobre en amor por dar.
Te amo. Te extraño.
Te espero
Tu padre, quien te
ama.
Es tan hermosa esta carta que me ha emocionado profundamente.
ResponderEliminarCandela Alfonso muchas gracias por tu comentario. Un honor!!!!! Saludo.
ResponderEliminar